miércoles, 3 de enero de 2018

El Legado

— ¡Qué difícil es reunir a la familia en Navidad! — Dijo mi madre mientras daba de vueltas por la sala — Hay que hablarle a todos y a veces tener que aguantar largas horas en el teléfono para que te digan que no podrán.
— La familia se ha fragmentado — Dijo mi papá, mientras pasaba la hoja del periódico.
La familia se había fragmentado, eso era seguro. Y había un detonante. Pero aquella experiencia, en  mi caso, se parecía más a un sueño que a un recuerdo de mi infancia: en un día de Navidad, nos dijeron que mi tío Dan había pasado a mejor vida. Había muerto en un hospital en el extranjero. La burocracia no lo hizo más fácil, trasladar su cuerpo tomó una semana entera, así que en Año Nuevo llegó al país; pero no nos lo entregaron para su funeral, hasta el día de Reyes.
¿Quién quiere volver a celebrar luego de ello?
Además, el tío Dan era el que reunía a la familia. Por alguna razón, él siempre lograba que los “no”, se volvieran “si” y que hasta la prima más tacaña, cooperara en grande para la cena. Su partida significaba que alguien más debería hacer el trabajo de integrarlos a todos, pero más de una tía lo había intentado y ahora mi madre… sin éxito.
— Nadie lo supera aún — Dijo al fin mi madre, dejándose caer en el sillón.
— Lo sé… — Contestó mi padre mirándola amorosamente mientras bajaba su periódico — Podemos pasarlo solo nosotros, con el niño y tal vez tu hermana... la que si nos habla…
Muchos aspectos de mi infancia, pasaron frente a mis ojos como si se tratara de una obra de teatro; donde presenciaba y escuchaba todo, pero no tenía opinión e injerencia en nada, así que además de ver estas escenas, no podía decir mucho, además nadie querría escucharme…
Esa misma tarde, mis padres salieron de casa para comprar algunas cosas para la cena. Yo me quedé solo, adornando el árbol. Había descubierto a mi madre tratando de poner las esferas, pero siempre terminaba llorando sin haber coloca ni una. Me interrumpió el sonido de la puerta, un toquido especial que solo hacía mi tío Dan. Corrí hasta la puerta y abrí de golpe. Mi tío Dan estaba ahí con un enorme pavo en las manos.
— ¡Mocoso! — Dijo con su alegría habitual
— ¡Tío! — Grité y corrí a abrazarlo con lágrimas en los ojos — ¡Me dijeron que habías muerto! ¡Lo sabía! ¡Lo sabía!
Mi tío me empujó suavemente hacia la casa, puso el pavo en la barra y me tomó en sus brazos.
— ¿Eso te dijeron? — Dijo con una triste expresión.
Asentí con la cabeza.
— Yo… hice un nuevo viaje, y solo me pueden alcanzar aquellos que hayan llegado al fin de sus días. No he muerto, a menos que ustedes lo crean…
— Pero ya te vas a quedar con nosotros otra vez — Dije con certeza.
— No… solo vine, porque quiero que recuerden.
— ¿Recordar qué?
— Que somos una familia aun, que algunos se irán yendo con el paso del tiempo, pero que los que quedan, deben permanecer juntos… Todos deberían saberlo, pero creo que alguien debería ayudarlos un poquito...
— ¿Quién va a reunir ahora la familia? — Dije poniendo mi mano en el mentón.
— ¿Qué tal tú? — Dijo, con su pícara sonrisa.
— ¿Yoooooooo?
— Vamos… toma ese teléfono…
Cuando mis padres volvieron de sus compras, casi caen desmayados: toda la familia estaba en la casa, los primos decorando la casa y las tías en la cocina, volviéndose locas con el pavo y la carne. Pero al fin y al cabo, felices.
Mi tío me había ayudado con las frases para decirle a la familia, algunos eran recuerdos que ni yo sabía, pero debió ser muy efectivo, si logré que vinieran. Luego de haber hecho su travesura, mi tío se despidió y se fue.
— Algún día haremos esto juntos, mocoso… — Dijo guiñando el ojo y desapareció.
Nadie entendió como un niño pudo convencer a la familia de venir para Navidad. Pero eso, logró que la tradición se recuperara. De modo que algunos años, no tuve que llamarlos a todos. Y solo pocas veces tuve que ir a casa de algunos parientes y traerlos a casa aunque estuvieran enfermos. Siempre recordándoles la importancia de estar juntos. Con el tiempo, las personas fueron creciendo y anexándose nuevos integrantes, algunos partieron, justo como dijo mi tío. Pero siempre tratábamos de ver el lado positivo. Sus fotos siempre estuvieron colgadas en mi pared como un recordatorio de su existencia.
Y del mismo modo, mi foto debería estar ahí.
Cuando toqué aquel timbre, la puerta se abrió de par en par casi de inmediato.
— ¡Abuelo! — Gritó el pequeño Dan. Y corrió a darme un abrazo.
— Solo vine a ver si lograste reunir a la familia para navidad… — Dije mientras entraba en la gran estancia.
— ¡Todos van a venir! — Dijo alegremente — ¡También pusimos tu foto en la pared!
— Que alegría — Y tomando al pequeño Dan del hombro lo giré de nuevo hacia nosotros — Este es tu tío abuelo Dan, el comenzó todo…
— Hola, mocoso… — Dijo con una amplia sonrisa.

Día 31. Stars Witch

Bruja me dicen por las calles…
Bruja, bruja… por donde vaya…
La gente no comprende muchas cosas del mundo y del universo, así que en lugar de no opinar o reservarse los comentarios, sueltan veneno y odio de sus bocas. Ellos son los verdaderos seres malignos, no yo, que uso mis conocimientos para aprender más cosas y ayudar.
Sé cuándo el mar bajará, y cuándo subirá. Sé cuándo una tormenta se acerca y cuándo se alejará. También sé cuándo las estaciones harán sus cambios y sé que cuando viajo por el bosque de noche, no puedo perderme.
Conozco de hierbas, de ungüentos y de remedios, pero eso me lo enseñaron los libros. Sé del movimiento de los astros y conozco el transcurrir de las horas, pero eso no me da magia.
No soy una bruja. Soy una mujer de ciencia.
Pero no puedo mostrárselo a nadie, ningún hombre me permitiría estudiar en su laboratorio, usar sus aparatos y aprender más. Las mujeres no debemos leer, no debemos conocer… eso nos hace brujas.
Me inventé un esposo… un hombre que se la vive en el mar, es capitán de una embarcación. Así que a veces me pide que le envíe cosas de ciencia que me anota en un papel, a veces hasta lo leo mal, pero de ese modo, los demás hombres me los venden. Así hice mi pequeño laboratorio en casa.
Pero necesitaba una fuente de ingresos.
Así que ahí sí, me convertí en una bruja.
Me hice de otra casa: una choza en la parte alejada del pueblo. Ahí la bruja te atiende por las mañanas, sale con su máscara y con una voz rasposa atiende a los pueblerinos. Es muy efectiva, ha curado a muchos y ha prevenido desastres naturales, tal vez bajo esa máscara sea una mujer fea y vieja, por eso se oculta. Nadie sabe qué hará por las noches, quizás se va al bosque a matar animales para hacer sus ritos… o quizás, se va a la orilla del mar, para contemplar y aprender de las estrellas.
No soy una bruja, soy una mujer de ciencia…Ahhhh…entonces tal vez si soy una bruja… hasta que este mundo cambie…

Día 30. Bat Witch

“Cuando camines por la jungla, una cosa debe ser segura: mantén tu cabeza gacha. Escóndete entre la maleza y las grandes hojas, no hagas mucho ruido y sobretodo no vayas de noche. Se dice que una bruja vive ahí y caza a los desprevenidos. No importa si vas solo o con un grupo, si la bruja te encuentra, extenderá sus grandes alas, te atrapará con sus garras y te llevará lejos, entre los grandes árboles y las lianas. No sabemos si los quiere para comer, o para hacer sus embrujos, pero no se vuelven a ver. De todos los que se lleva no queda el más mínimo rastro. Algunos han tratado de encontrarla y matarla, pero nadie la ha encontrado, se cree que vive en las cuevas o en la cima de un árbol, es mitad mujer y mitad murciélago; debe vivir como uno, entre los demás animales, refugiada del sol y de la gente, hasta que sale a cazar por las noches y atrapa a los incautos.”
Los hombres de la taberna hablaban en voz alta de la bruja y de todas sus experiencias, mientras una bella y dulce joven, sentada en un rincón, tomaba lentamente una copa de vino dulce, luego de un rato, otra mujer de más edad se le acercó y con una seña, ambas salieron del lugar.
— ¿Qué tanto balbucean los borrachos? — Dijo la mujer mayor
— Tonterías… creen que vivimos entre los animales, como si no nos gustara el pueblo y la ropa…
— Que inconscientes, una no puede estar todo el tiempo con la forma de caza, sería muy cansado y tendríamos que comernos a más personas…
— Es lo que estaba pensando… bobos.
Y así tomadas del brazo se alejaron por las calles del pueblo.

Día 2. Tranquilo

El asilo es muy ruidoso... Las enfermeras pasan, sus pisadas suenan huecas y hacen eco cuando deambulan por los pasillos, creí que usaba...