miércoles, 3 de enero de 2018

Día 29. Flying Witch

Cuando vi la escoba partirse en dos por el rayo, lo primero que me vino a la mente fue el terrible dolor que causaría la caída, las ligeras gotas de agua, ya me estaban haciendo pequeños cortes en la cara. Sabía que aceptar este estúpido reto de volar sobre la nube de tormenta me traería consecuencias, pero aun sabiendo que no tenía ninguna experiencia volando, decidí hacerlo. Jamás estuve más arrepentida de hacer algo. No sabía si ya estaba llorando, o solo eran las lágrimas por la altura y el aire helado en mi cara. Respiré profundo y dejé que el frío me envolviera, tal vez así muriera antes de caer en el duro suelo. Los pensamientos fugaces sobre mi vida hasta ese momento jamás vinieron. Solo veía la cara de Alicia mientras señalaba el cielo con su dedo y hacía la mueca diciendo “no puedes”. La odié a ella, a todas sus amigas, a mí por ser tan boba. Por no esperar a mí mejor amiga. Que tonta, tonta.
Un destello, los rayos junto con la nube de tormenta comenzaban a alejarse.
Un zumbido pasó a mi lado, unas manos rodearon mi torso y dejé de caer. Una suave mano comenzó a quitarme la escarcha del rostro. Cuando abrí los ojos, allí estaba Hana. Estaba temblando aun, pero ella me rodeó con sus brazos fuertemente. Cuando me di cuenta, estábamos las dos en su escoba. Ella era la mejor de todas.
— ¿Me voy un segundo con la profesora y ya estás buscando suicidarte?
— No… es que Alicia… yo… — Pero el llanto no me dejó continuar.
— Ya estás bien. — Dijo, mientras pasaba su mano por mis mejillas, secándolas. Luego se giró un poco y siguió: — Mira, ya se fue la tormenta.
Me giré un poco y la luna estaba ahí, redonda y brillante. Sonreí ligeramente, Hana me miró sonriendo también. Nos dimos un fuerte abrazo, mientras comenzábamos a reír a carcajadas.

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