Cuando
vi la escoba partirse en dos por el rayo, lo primero que me vino a la mente fue
el terrible dolor que causaría la caída, las ligeras gotas de agua, ya me
estaban haciendo pequeños cortes en la cara. Sabía que aceptar este estúpido
reto de volar sobre la nube de tormenta me traería consecuencias, pero aun
sabiendo que no tenía ninguna experiencia volando, decidí hacerlo. Jamás estuve
más arrepentida de hacer algo. No sabía si ya estaba llorando, o solo eran las lágrimas
por la altura y el aire helado en mi cara. Respiré profundo y dejé que el frío
me envolviera, tal vez así muriera antes de caer en el duro suelo. Los
pensamientos fugaces sobre mi vida hasta ese momento jamás vinieron. Solo veía
la cara de Alicia mientras señalaba el cielo con su dedo y hacía la mueca
diciendo “no puedes”. La odié a ella, a todas sus amigas, a mí por ser tan boba.
Por no esperar a mí mejor amiga. Que tonta, tonta.
Un
destello, los rayos junto con la nube de tormenta comenzaban a alejarse.
Un zumbido
pasó a mi lado, unas manos rodearon mi torso y dejé de caer. Una suave mano
comenzó a quitarme la escarcha del rostro. Cuando abrí los ojos, allí estaba
Hana. Estaba temblando aun, pero ella me rodeó con sus brazos fuertemente.
Cuando me di cuenta, estábamos las dos en su escoba. Ella era la mejor de
todas.
— ¿Me
voy un segundo con la profesora y ya estás buscando suicidarte?
— No… es
que Alicia… yo… — Pero el llanto no me dejó continuar.
— Ya estás
bien. — Dijo, mientras pasaba su mano por mis mejillas, secándolas. Luego se
giró un poco y siguió: — Mira, ya se fue la tormenta.
Me giré
un poco y la luna estaba ahí, redonda y brillante. Sonreí ligeramente, Hana me
miró sonriendo también. Nos dimos un fuerte abrazo, mientras comenzábamos a
reír a carcajadas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario